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¿La nueva ciudad bosque de Latinoamérica? La voluntad política enfrente al cambio climático

Valledupar es una ciudad que vista desde el cielo parece un bosque. Cuando tenemos la oportunidad de recorrer su firmamento, se puede apreciar la gran variedad de árboles que se levantan para dar sombra a los miles de kilómetros que la componen y habitan. Su monumental paisaje ornamental, autóctono y frutal por lo regular cultiva la admiración tanto de turistas como de residentes.

Elaborado por: Juan M. Bravo . Líder Socioambiental AMBAR.
Edición: Juliana Caycedo. Dir. de Investigación de ONG RUMM.

Puedo decir que he vivido en esta ciudad desde que tenía 12 años, pero es tan solo ahora y después de 16 años que aprecio con detalle que sus ríos de cemento y arterias hídricas están acompañados por diferentes tonalidades de verde, una multivariada gama de cantares de aves y un abrasivo sol que repone cualquier energía y hace del paseo más divertido.

Como una de las principales capitales de Colombia y a pesar de ser conocida a nivel internacional como el ombligo del vallenato, el escenario se queda corto cuando la musicalidad de las aves toma el micrófono. Evento que ocurre todos los días a cualquier hora. ¡Somos ricos en biodiversidad, de eso no hay duda! Se pueden apreciar desde colibrís (Colibri thalassinus) hasta pericos cari sucio (Eupsittula pertinax); y dada esta variedad, el avistamiento de aves se ha convertido en uno mayores atractivos turísticos y motor económico; más que el propio Festival del Vallenato.  

Hay que admitir que el arbolado puede ofrecer otros beneficios asociado a los feroces cambios climatológicos que se vienen presentando en las últimas décadas. No hay que hacer un estudio científico para observar que bajo la sombra de un árbol de mango se crea un microclima tan agradable como para colgar una hamaca y así, de esa manera poder disfrutar de las suaves brisas que se cuelan por las faldas de montañas de la sierra nevada de Santa Marta.

Reconociendo los valores paisajísticos que provee la región, el pasado 5 de octubre del 2020, el Gobernador Luis A. Monsalvo Gnecco ha declarado este territorio como “ciudad bosque”. Frente a esto llegan reflexiones sobre ¿Cuáles son los retos para la región al priorizar recursos sobre la fauna y flora? Y sobre todo ¿Si esos beneficios están articulados a favores políticos? Razones sobran para dar rienda suelta a diferentes reflexiones porque este suceso, el cual se llevó a cabo junto una jornada de sembratón de árboles en el majestuoso Río Guatapurí -insignia de comercio turístico y cuyas aguas alimentan el acueducto municipal- representaría por primera vez, insípidos indicios sobre la correcta gestión en la asistencia técnica al arbolado de la ciudad; dándole una mano al ecosistema urbano y potenciando el sector económico, al impulsar empleo asociado a ello.

Es conveniente pensar en la voluntad política del gobierno departamental actual frente al tema del arborizado municipal. El contexto inmediato requiere planificar años futuros con las necesidades presente que se viven día a día y, sobre todo, hacer énfasis en la coherencia de creación de nuevas normas, políticas y procedimientos. Buscamos soluciones concretas y sostenibles que reconozcan las soluciones a nivel de proceso.

Las comunidades están pendientes de hacer veeduría. Es un hecho que, para los ambientalistas de la ciudad, el que se tenga en cuenta la protección y reparación de la biodiversidad como estrategia en frente al cambio climático, es un método para apaciguar las aguas, pero no para apagar las alarmas. Como lo manifiesta Erney Galván, Vocal de Control en la participación del Plan de manejo de arbolado urbano de la ciudad de Valledupar (2017), Es importante que tomemos la vocería de estas actividades que solo buscan mejorar el medio ambiente, así mismo que podamos seguir con lo que se tiene previsto realizar por medio de la Mesa del Árbol, la insistencia para lograr lo que uno se propone es clave” (E, Galván, 2019)

Es inapropiado decir a este punto que el gobierno solucionará de la noche a la mañana todos los problemas asociados a los árboles como enfermedades, tala indiscriminada, falta de asistencia técnica, entre otros (A.Valledupar, 2017).  Las promesas quedan en la pretensión de “realizar una gestión de gobierno orientada a la protección del ambiente y articular acciones que faciliten el manejo de arbolado urbano para conservar y mantener los árboles existentes, tratar los árboles enfermos, ampliar la cobertura arbórea, fortalecer los mecanismos de educación ambiental y empoderar a la comunidad” (A. Meza, 2020) ¿Será esta una verdadera apuesta hacia las metas de los objetivos de desarrollo sostenible y la Agenda 2030?

Un escenario preocupante de este tipo de planificación es entender qué queda por fuera de ella. Su localización se ha centrado en la zona urbana, dejando de lado la crisis ambiental generada en los corregimientos y veredas donde es el foco de la tala y quema ilegal indiscriminada de bosque. Si hablamos del año pasado y divisando el horizonte, en los sectores conocidos como Cominos de Tamacal -jurisdicción del Corregimiento de Azúcar Buena- y el Cerro de la Vereda Guatapurí -jurisdicción de Santa Marta- los Bomberos Forestales han acudido a un sin número de emergencias provocadas por humaradas de llamas. Estos fenómenos en su mayoría son provocados por quemas de limpieza que se descontrolan, afectando así el ecosistema del Bosque seco tropical que alimenta los acuíferos del Valle del Cacique Upar. El resultado es la desertificación del área, es como salir un día sin protección solar.

Frente a estos hechos entran en acción otras comunidades como las Autoridades Originarias del pueblo Arhuaco que han tratado de extender su sabiduría a nosotros, los hermanos menores, a través de nuevas didácticas como lo es el Kun Tikkiriwakun Chwamu, un manual de prácticas culturales para la conservación del Bosque Seco (confederación indígena tayrona,2020). Documento que tiene sistematizada la experiencia de la relación del territorio y las emergencias que se desarrollan en él, tanto por procesos naturales como por actos humanos. Para esta comunidad El FUEGO se le reconoce como parte vital de su sistema de creencias, el cual tiene una relación cercana con la transformación. Su relevancia recae en las enseñanzas de hábitos integrales entre el ser, pensar y actuar; estructuras cíclicas que han mantenido por más de 1.000 años y que permiten salvaguardar el territorio donde se desenvuelven.

La voluntad del hombre sobre la naturaleza tiene dos lados de la misma moneda. Una avaricia -que puede ser política o individual- inescrupulosa que arrasa con sus propios recursos y una coherencia ecosistémica que incide en la adaptación con el entorno. Los días pasan, las tareas de los líderes ambientales continúan y el poder de agencia de la ciudadanía en torno a los procesos ambientales es de nunca acabar. El ecosistema requiere cuidado para su prolongación.

Esta es mi historia como líder socioambiental, el cual recicla un mundo mejor, me empodero con actividades que incurre en la disminución de impacto negativo en el ambiente como realizando jornadas de siembra de árboles como el cañahuate (árbol emblemático de la región), plantas que robustezcan el ecosistema que me rodea y promoviendo herramientas que cimenten soluciones que contribuyan a la conservación del Bosque Seco de Valledupar. Y tú ¿Cómo reciclas un mundo mejor?

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