Con el fin de conmemorar el Día Mundial del Agua, el pasado 23 de marzo, desde las plataformas digitales de Agenda AMBAR fue posible realizar un encuentro con 9 líderes de las regiones de Amazonía, Andina, Caribe, Orinoquía y Pacífica; quienes hicieron parte de este espacio para acudir al diálogo sobre el potencial hídrico nacional desde una perspectiva diagnóstica territorial.
Elaborado por: Daniela Forero Niño, líder socioambiental de Agenda AMBAR
Oscar Rojas, líder socioambiental de Agenda AMBAR
Edición: Laura Salazar, Comunicadora Social ONG RUMM
Colombia cuenta con el privilegio de tener una gran riqueza hídrica: teniendo en cuenta los 2 océanos que rodean sus extremos, 36 paramos (casi el 44% de los páramos de Sudamérica), 43 ríos, 30.000 humedales, 6 nevados (Nevado del Ruiz, Nevado del Tolima, Nevado de Santa Isabel, Nevado del Quindío y Nevado del Cisne), cinco vertientes hidrográficas (Amazonas, Caribe, Magdalena-Cauca, Orinoco y Pacífico), 1277 lagunas y más de 1000 ciénagas, sin dejar de lado que, según WWF Colombia, somos el segundo país con mayor diversidad de peces con 1533 especies y 763 especies de anfibios. Esto califica a Colombia como el tercer país más rico en agua y el sexto con mayores reservas de agua dulce del mundo. Sin embargo, se documenta que la mitad de estas fuentes hídricas cuentan con problemas de calidad, acceso y capacidad de conservación para el consumo humano.
A pesar de esto, en un cubrimiento importante de la actualidad hídrica de Colombia realizado por El Tiempo, cerca del 14% de la población colombiana no tiene acceso a acueducto (es decir casi 6 millones de personas). De hecho, casos particulares como El Guaviare en la Región Amazonía y Valle del Cauca en el Pacífico, son los únicos departamentos que gozan con agua potable en sus respectivos municipios. La mayoría de la población excluida de este beneficio consume agua directa de agua lluvia, arroyos, ríos y pozos, los cuales pueden presentar parámetros de calidad cuestionables para el desarrollo de la vida . Es tanto, el reporte de la Misión de Sabios del 2020, “Colombia, la oportunidad del agua: Dos océanos y un mar de ríos y aguas subterráneas”, denota que muchos de estos cuerpos de agua se encuentran contaminados por mercurio, entre otras sustancias tóxicas provenientes de minería ilegal de oro, coltán y materiales de construcción como son los casos presentes en el Parque Nacional Natural Yaigoje Apaporis en los departamentos del Amazonas y Vaupés, Río Dagua y San Juan en Cauca, y el Río Sinú en Sucre, Reserva Nacional Natural Puinawai, en la Guayana occidental y en el páramo de Pisba en Boyacá; estos son solo algunos ejemplos.
Estudios académicos han confirmado cómo el río Tunjuelito, que es el cuerpo de agua que atraviesa varias localidades de la ciudad de Bogotá, presenta contaminación por aguas residuales domésticas, industriales y agroquímicos provenientes de la expansión agrícola como, por ejemplo, los cultivos de papas en zonas de Páramo de Chingaza, que han hecho del agua un transmisor de enfermedades como: dengue, diarreas agudas, anemia, arsenicosis (que puede asociarse con cáncer), malaria, cólera, malnutrición, hepatitis, etc. Situación que ha generado en los animales afectaciones en su comportamiento reproductivo, habilidades de coordinación y motricidad asociados a desórdenes neurológicos, afectando su capacidad para cazar. Esto podría dar como resultado una reducción de la población animal según la especie.
El panorama en materia de conservación de los ecosistemas hídricos no contraria los escenarios descritos previamente. Procesos de tala masiva, turismo sin objetos de preservación ecológica y la sobreexplotación de recursos pesqueros, somete la sostenibilidad de los ecosistemas acuáticos y circundantes, resaltando los escenarios de aumento en tasas de deforestación en los Parques Naturales del Darién, Sanquianga, Sierra Nevada de Santa Marta y Montes de Oca, en Chocó, Nariño, Magdalena y Córdoba; y sobre explotación pesquera en San Andrés y las vertientes del Pacífico y Atrato. Circunstancias que amenazan los hábitos y distribución espacial de especies funcionales como manatíes, babillas, iguanas, crustáceos, peces ornamentales y sus redes alimenticias correspondientes, generando inestabilidad en las redes alimentarias de estas comunidades.
A esa lista se suma el acaparamiento del agua y del territorio para potencial energético y económico no sostenible por actividad hidroeléctrica y redes portuarias, tal y como son los casos del Quimbo, Hidroituango y otros 31 casos en el país, reportados por las Misiones de Observación Nacional.
Los reportes alrededor del país pueden presentarse debido a particularidades del ejercicio de gobernanza, el apersonamiento de las comunidades y las capacidades de los distintos actores para ejercer control sobre los territorios. Para ello, se realizaron los diálogos correspondientes con actores reconocidos de comunidades en defensa de los cuerpos hídricos y ecosistemas, con el fin de exponer desde los territorios una vocería que manifieste las problemáticas, los conflictos y las bellezas, que sus ojos veedores dan a conocer y que son distintos a los que un marco académico u oficial usualmente muestran.
Lo invitamos a ver la primera parte del conversatorio «Somos Agua: Escenarios regionales para la defensa del agua como derecho universal»
Relato colombiano del Agua que no vuelve – Agenda Ambar
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